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"El libro es una puerta abierta hacia donde tú quieras ir"

miércoles, 21 de enero de 2015

CUENTO PARA LA PAZ

Había una vez una Paz pequeña, muy pequeña. Una Paz débil; tan débil que cualquier viento frío la hacía estornudar y una pequeña brisa caliente le hacía sudar hasta derretirse.

         Tan enferma estaba que en todos los sitios había guerras; guerras frías, guerras calientes, guerras de todas las clases.

La Paz mandaba sus palomas a todas las partes del mundo; pero las palomas eran tan débiles como la Paz. Unas se quedaban a medio camino debilitadas por el esfuerzo; otras eran atacadas por los halcones de la guerra; algunas llegaban a su destino, pero su aspecto era tan triste que todo el mundo se reía de ella.

¡Pobre Paz y pobres palomas!
Unos médicos le hicieron un reconocimiento.

_ Muchas bombas atómicas _recetó uno.
_ Tanques, cañones y fusiles, muchos fusiles, miles y miles de fusiles_ aconsejó otro.
_ Misiles, granadas ,balas…_ dijo un tercero.
      
  La armaron hasta los dientes.
       
 Esto, en vez de fortalecerla, trajo más miedos, más odios, más enemistades, y como consecuencia más guerras.

          Y es que a la Paz no le sientan bien las armas y las palomas lo único que acostumbran a llevar es un ramito de olivo en el pico.
           
La Paz cada día estaba más enferma. Muchos pensaron que se moría .El cielo se llenó de halcones y las palomas no se atrevían a salir.

Y vinieron otros médicos.
_ ¡ Nada de bombas atómicas, tanques, cañones, fusiles, misiles, granadas y balas!_ dijo uno.
_ Lo que necesita son inyecciones de generosidad, mucha generosidad _ opinó otro.
_ Y vitaminas de comprensión, píldoras de justicia, pastillas de cultura, jarabes de amistad, gotas de sonrisas…continuó un tercero.
La Paz se fue recuperando y con ella las palomas que ya no se cansaban al volar, que se enfrentaban valientemente con los halcones y llegaban todas a su destino, en donde eran respetadas y nadie se reía de ellas.

Y las guerras se acabaron. Ya no hubo ni guerras frías, ni calientes, ni de ninguna clase. En el cielo sólo  se veían palomas


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